¿Cómo podemos manejar mejor la amplia gama de cambios personales y sociales que cada uno de nosotros va necesitando en el camino de la vida?
Aquí tienen en principio, 4 maneras de gestionar el cambio.
1. Mantener las cosas reales.
Después de ayudar a muchos de mis pacientes a lidiar con todo tipo de transiciones de la vida, he observado que las expectativas poco realistas a menudo dificultan la gestión del cambio y la adecuada adaptación al medio y a las circunstancias del momento.
Con demasiada frecuencia los sentimientos de frustración se interpretan como emociones incómodas, por ejemplo la ansiedad o el miedo, mismos que bien pueden ser una señal de que no estamos haciendo frente en la forma adecuada a las variaciones inesperadas que se presentan en la vida, y que hay cambios internos o externos pendientes de realizar.
2. Reconocer el miedo, no luchar contra él.
Muchas veces, el aumento de dudas, los pensamientos insistentes, o ese hoyo que se siente como un hundimiento en el estómago, en realidad puede significar que el cambio ha llegado y que ya se está procesando en nuestro interior. Reconocer el miedo en lugar de luchar contra él, puede ser un paso útil para moverse a través de los “Quisiera” y “Me gustaría” hacia el "Quiero" y "Puedo".
Un ejemplo lo observé en un paciente que no reconocía su temor de quedarse calvo, sin embargo, éste era un tema recurrente en sus conversaciones, le propuse abordarlo con franqueza e investigar aquí sobre posibles soluciones. Eso disipó su falta de información y pudo enfrentar con optimismo su tendencia de alopecia.
3. Establecer metas realistas.
Del mismo modo, si tenemos una imagen fija en nuestra mente de cómo las cosas "deberían" ser, incluyendo nuestras relaciones, nuestra forma de vida, o el diseño del interior de nuestros hogares, por mencionar algunos ejemplos, tendemos a frustrarnos cuando nuestra realidad no coincide con la visión que imaginamos.
Mientras la planificación y el establecimiento de metas son procesos de adaptación, también lo es la comprensión de que, incluso un modesto cambio puede ser complicado, y que cualquier proceso de transición puede tomar más tiempo de lo esperado. Cuando las metas y esperanzas no están a la altura de lo que imaginamos, la autocrítica y una sensación de fracaso pueden surgir, esto a menudo provoca el abandono de proyectos, e incluso volver de nuevo a familiares conductas desadaptativas que ya no nos sirven.
Como sabemos, la reversa también es un cambio.
4. Entender que somos humanos.
Los humanos somos imperfectos y estamos diseñados para pelearnos con el dolor de muchas maneras.
Si pudiéramos volver a calibrar nuestro pensamiento y ajustar nuestras expectativas en torno a las relaciones, las casas, y la fantasía en general de estabilidad, muchas transiciones de la vida seguramente vendrían más fácilmente.
Sin embargo, este enfoque requiere un sentido de vulnerabilidad, y ser vulnerable es aterrador.
Piénselo… Mientras el mundo sigue girando, el cambio es inevitable. Pero, como Frankle sugirió tan sabiamente, nuestro poder está en nuestra opción de respuesta.
Hasta la próxima
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