miércoles, 2 de noviembre de 2016

El Valor de Ser Persona - (AUTOESTIMA PARA PAPÁS)

Imagen de Domen Grögl en 500px.com

Los tiempos modernos nos obligan a replantearnos cuál es el valor que como persona nos hemos venido confiriendo. La modernidad, la globalización y la materialidad se hacen cada vez más patentes en nuestros estilos de vida cotidianos y la constante sensación de frustración o insatisfacción aquejan a muchos adultos llevándolos muchas veces a la pérdida de su autoestima y de su valía personal.

Algunos psicólogos se refieren a la autoestima como el motor que regula nuestra energía, aquella que nos permite ser felices, pacientes, tolerantes, creativos, espirituales, visionarios, etcétera. Es bien sabido que cuando uno está bien  consigo mismo, está bien con los demás. En este blog definiremos a la autoestima como la capacidad de valorar el yo, aprender a tratarnos con dignidad, amor y un sentido de realidad.

En aquellas personas que tienen una elevada autoestima, la integridad, sinceridad, responsabilidad, compasión, amor y competencia, fluye con más facilidad y naturalidad, porque ya no dependen de vivir a partir de la aceptación de los otros. Cuando respetamos nuestra valía, podremos percibir y respetar el valor de los demás ya que básicamente nos sentimos con confianza y esperanza. Las reglas intransigentes que limitan nuestras emociones y sensaciones empiezan a desaparecer. La verdadera capacidad para elegir aparece.

Por otro lado, cuando la gente siente que vale poco, se la pasa esperando el engaño, el maltrato y/o el desprecio de los demás, esto por supuesto abre la posibilidad de convertirse en víctima de los demás, y cando alguien espera lo peor de la vida o de las personas, entonces baja la guardia, se pone a la defensiva, y por supuesto sus decretos se hacen realidad… lo peor empieza a pasar.

Para protegerse de tanta “agresión” se oculta detrás de una inmensa pared de desconfianza para después hundirse en una inmensa sensación de soledad y aislamiento, entonces un círculo vicioso comienza a instalarse y de esta manera, al verse separado de los demás se abre la posibilidad de convertirse en víctima, se vuelve apático hacia sí mismo y hacia quienes lo rodean, y como ve enemigos en todos lados se vuelve difícil de tratar, violento o agresivo.

Al final, las personas que tienen estos sentimientos constantemente, experimentan una constante derrota y culpa por la forma en que reaccionan hacia los demás y tienden a calificarse como fracasados. Si como adultos no hacemos  algo para mejorar nuestra autoestima, cómo entonces podemos hacer algo por la autoestima de nuestros hijos… como dicen por ahí “Nadie da lo que no tiene”


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